Me llega la noticia de la muerte de José Emilio Pacheco.
Hacía mucho que no sabía de mi amigo Mario, un poeta " miembro de otra generación perdida"; ayer me envió un whasapp con un enlace a la noticia recogida en el blog papelesperdidos, de El País. Me remueve leer el verso elegido para subrayar al poeta:
Ya somos todo aquello
contra lo que luchábamos a los veinte años
Me parece un contenido terrible. Devastador. Una confesión valiente y dolorosa del final de un camino.
Una breve biografía y enlaces interesantes aparecen en esta página de Cultura, El País. Pero el que más me ha gustado ha sido el artículo del también poeta Darío Jaramillo(tb. en Cultura, El País), con un recorrido sencillo y escueto por la poesía de JEP. También lo escogió Mario. Yo creo que sabía que no podría permanecer impasible al leer los poemas que aparecen. En tan poco espacio y en tan pocos versos como recoge D. Jaramillo en su artículo, se descubre uno de los secretos de la poesía de J.E. Pacheco: un vínculo que lo une a todos los lectores ¿Por qué todos podemos identificarnos con sus palabras sobre lo vivido? Hay sencillez en sus versos y solo se requiere haber vivido.
¿Y quién no perdió alguna ilusión en algún recodo del camino?
Fracasé. Fue mi culpa. Lo reconozco.
Pero en manera alguna pido perdón o indulgencia:
Eso me pasa por intentar lo imposible.
Eso me pasa por intentar lo imposible.
Leeré más, pero con cuidado. No estoy acostumbrada a tan altas dosis de confesión sincera.
Prefiero otras ofertas que el poeta nos hace: queda espacio para la belleza.... son un refugio estos versos de su poema Don de Heráclito:
[...]
Y el reposo del fuego es tomar forma
con su pleno poder de transformarse.
Fuego del aire y soledad del fuego
al incendiar el aire que es de fuego
Fuego es el mundo que se extingue y prende
para durar (fue siempre) eternamente.
Las cosas hoy dispersas se reúnen
y las que están más próximas se alejan:
soy y no soy aquel que te ha esperado
en el parque desierto una mañana
junto al río irrepetible adonde entraba
(y no lo hará jamás, nunca, dos veces)
la luz de octubre rota en la espesura.
Y fue el olor del mar: una paloma
como un arco de sal ardió en el aire.
No estabas, no estarás,
pero el oleaje
de una espuma remota confluía
sobre mis actos y sobre mis palabras
(únicas nunca ajenas, nunca mías):
el mar que es agua pura ante los peces
jamás ha de saciar la sed del hombre.
con su pleno poder de transformarse.
Fuego del aire y soledad del fuego
al incendiar el aire que es de fuego
Fuego es el mundo que se extingue y prende
para durar (fue siempre) eternamente.
Las cosas hoy dispersas se reúnen
y las que están más próximas se alejan:
soy y no soy aquel que te ha esperado
en el parque desierto una mañana
junto al río irrepetible adonde entraba
(y no lo hará jamás, nunca, dos veces)
la luz de octubre rota en la espesura.
Y fue el olor del mar: una paloma
como un arco de sal ardió en el aire.
No estabas, no estarás,
pero el oleaje
de una espuma remota confluía
sobre mis actos y sobre mis palabras
(únicas nunca ajenas, nunca mías):
el mar que es agua pura ante los peces
jamás ha de saciar la sed del hombre.
El mejor homenaje a un poeta es leerlo. Esta es una pequeña invitación a su lectura.